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¿Cómo se forman?
Son el resultado de la evaporación diferenciada del agua y el alcohol contenidos en el vino. El alcohol se evapora primero y, como es menos denso que el agua, esto conduce a la formación de las lágrimas de vino.
A este fenómeno se le conoce como el ‘efecto Marangoni’, en homenaje al físico italiano Carlo Marangoni, quien en 1865 dedicó a este asunto su tesis doctoral en la Universidad de Pavia.
¿Qué nos indican?
Al observarlos comprobarás que unos vinos tienen más lágrima que otros, pero, en realidad, ¿qué significa esto?
Lo primero que debemos advertir es que las lágrimas no están relacionadas con la calidad del vino. Más bien responden a los efectos causados por su graduación, que viene determinada por dos tipos de alcohol: etanol y glicerol.
Cuando el grado alcohólico es elevado, el recorrido del líquido en la copa dejará unas lágrimas densas. Estos son los llamados vinos con cuerpo que resultan untuosos, es decir más grasos y densos al paladar.
Al contrario, cuando la lágrima es ligera y se traslada con rapidez y facilidad estaremos ante un vino con poco cuerpo y de baja graduación alcohólica.
Factores que influyen en las lágrimas del vino
Debes también tener en cuenta que hay varios elementos que, en mayor o menor medida, afectan a la forma y el flujo de las lágrimas en el vino.
Temperatura
La temperatura, por ejemplo. Cuanto más alta sea, las lágrimas serán más dominantes, puesto que favorecerá la evaporación del alcohol.
Azúcar
El contenido de azúcar natural en el vino también juega un papel importante, ya que le da más densidad. Por lo tanto, formará lágrimas más pesadas y lentas que un vino menos dulce.
Un vino más dulce es el resultado de que las vides han tomado más el sol, por lo que resulta lógico que un caldo de una región soleada tenga lágrimas más importantes que aquellos de interior.
Copa
También podemos mencionar la copa de vino como un factor importante en la apariencia y la forma de las lágrimas. Un vidrio áspero, o que tenga polvo microscópico, sostendrá las lágrimas mejor que un vidrio perfectamente liso.
También influirá el hecho de la copa pueda tener una temperatura más elevada que el vino.
Conclusiones
A partir de ahora ya no te quedarás pensando qué habrá querido decir el sumiller al referirse a un vino “con buena lágrima”.
Recuerda que, si su lágrima se deja notar, estamos ante un vino poderoso, con cuerpo y alta graduación. Lo que no quiere decir, por supuesto, que aquellos con lágrimas menos definidas sean de inferior calidad. La lágrima no es sinónimo de calidad.